miércoles, 3 de julio de 2019

PROYECTO OVNIS 1 - LA BASE ANTÁRTICA - PDF Y VIDEOLIBRO

PROLOGO.

Sin lugar a dudas la peor de todas las guerras de nuestra historia fue la Segunda Guerra mundial, que cobró la vida de sesenta millones de seres humanos. Cuando terminó,  las misiones de investigación comenzaron a recorrer la Alemania vencida. Los informes de aquellas misiones fueron publicados. Sólo el catálogo cuenta trescientas páginas. En doce años, la evolución técnica del Reich había tomado rumbos singularmente divergentes.

Al lado de diferencias en materia técnica, había diferencias filosóficas aún más asombrosas... Habían rechazado la relatividad y olvidado, en parte, la teoría de los quanta. Creían en la concavidad de la tierra. Su cosmogonía habría puesto los pelos de punta a los astrofísicos aliados.

Si en doce años pudieron abrirse tales abismos en nuestro mundo moderno, a despecho de los intercambios y de las comunicaciones, ¿qué pensar de las civilizaciones que pudieron desarrollarse en el pasado? ¿Hasta qué punto están calificados nuestros arqueólogos para juzgar sobre el estado de las ciencias, de la técnica, de la filosofía, del conocimiento, por ejemplo, entre los mayas o entre los egipcios?

 Si las investigaciones de civilizaciones antiguas han sido realizadas por hombres que opinan que la civilización moderna es la única civilización técnica posible; entonces, al contemplar un megalito de 1200 toneladas cortado cúbicamente por mano humana, trasladado y colocado al lado o encima de otro semejante, también por humanos, no queda más remedio que imaginar, o la ayuda de Dios, o un colosal y chocante trabajo de hormigas-hombre-esclavos, que tenían como únicas herramientas, cuerdas, palancas,  troncos de árboles y unos pocos utensilios de metal.

Sin embargo, es posible que un pensamiento totalmente distinto del nuestro pudiera concebir técnicas tan perfeccionadas como las nuestras, aunque también diferentes: instrumentos de medición y métodos de manipulación de la materia sin ninguna relación con lo que nosotros conocemos, y que no habrían dejado ningún rastro visible a nuestros ojos. Es posible que una ciencia y una tecnología poderosas aportaran soluciones distintas a las nuestras, a los problemas planteados y desaparecieran totalmente con el mundo de los faraones o los toltecas.

Para nosotros resulta difícil de creer que una civilización pueda morir, borrarse del todo de la memoria de los pueblos. Y resulta más difícil todavía creer que haya podido diferenciarse de la nuestra hasta el punto de que no podamos reconocerla como civilización.

Algo diferente a nuestra “normalidad política” sucedió en la Alemania nazi. Las circunstancias económicas y sociales que siguieron a su derrota en la primera guerra mundial en Europa, sumada a la perversidad del tratado de Versalles, en contra del pueblo alemán, fueron la tierra abonada en la que germinó la ideología que impulsó, y llevó a la cúpula gobernante a las personas que acompañaron a Adolfo Hitler. Tal ideología  realmente era y es de otro mundo. Un mundo olvidado y resucitado por el Tercer Reich. Un mundo ante el cual la cultura actual cierra los ojos y se esfuerza para apartarlo de su visión.

Pocos saben que la Alemania Nazi gastó en investigaciones esotéricas más recursos que los Aliados en desarrollar la bomba atómica. La Anhenrbe (institución dedicada al estudio del pasado y a la recuperación del ancestral germánico) literalmente “peino” el globo terrestre en busca de “secretos” antiguos.

Los nazis serían fanáticos pero no imbéciles.  Si invirtieron tal enormidad de recursos,  era porque tenían probabilidades de encontrarlos.

¿Qué, o Quién, o por medio de que técnica o disciplina obtuvieron información que tras estudiarla se convirtió en seguridad para buscar algo escondido por toda la faz del planeta?

La respuesta; por más ridícula que parezca al lector contemporáneo, es:

Recuperaron mitos, leyendas, tradiciones, folklore, regados por todo el mundo. Tal información sumada a la arqueología, la semántica y al conocimiento guardado por sociedades secretas como la Thulegesellschaft, o la Sociedad del Vril; son la fuente de la cual obtuvieron la información que los llevó a buscar una puerta que finalmente encontraron en la Gélida y olvidada Tierra de la Reina Maud: La Antártida.

Detrás de esta puerta lograron el contacto directo con seres de otro mundo y de ellos obtuvieron conocimientos que les permitieron el acceso a una fuente de Energía con la cual impulsaron tras construir los Haunebu, los OVNIS Nazis.

De ser cierto este “realismo fantástico”, surge una pregunta obvia:
¿Si los nazis poseían tal tecnología, cómo es que perdieron la guerra?

Sólo cabe una respuesta:

La guerra no ha terminado, sólo habría subido un escalón. Ha regresado al punto en el que quedó hacen milenios y, en algún momento continuará y será desiciva, la Batalla Final.

¿Qué guerra hacen milenios?
¿Entre quienes?
¿Por qué razones?
¿Qué Batalla Final?
















1 comentario:

Anónimo dijo...

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